La diadema que permite a tu cerebro mejorar su rendimiento

Si Albert Einstein hubiera conocido a Usain Bolt tal vez hubiera utilizado al jamaicano para ilustrar su teoría general de la relatividad. La relación entre el espacio y el tiempo parecen modificarse cuando Bolt inicia la carrera en último lugar para, apenas diez segundo y 100 metros después, superar la línea de meta por delante de todos sonriendo y gesticulando con los brazos. La curvatura del tiempo en esos instantes hermosos se comporta de forma caprichosa, ralentizándose para el hombre de los récords imposibles, mientras el resto de corredores ven cómo las distancias se alargan y la pista muestra una peculiar elasticidad que sólo les afecta a ellos, descubriéndose así una nueva propiedad de la materia -aleatoriedad selectiva podría llamarse- que todavía no ha sido formulada. Sólo algunos atletas, los más grandes, conocen estas leyes que únicamente pueden experimentarse en primera persona. Para el resto, los que observamos el prodigio, queda el asombro. Y también un poco la ansiedad de volver a vivir alguno de esos momentos.

 

Michael Johnson, al igual que Bolt o Wayden van Niekerk (el sudafricano que batió la marca mundial de los 400 metros en los pasados Juegos Olímpicos de Río), pertenece a ese pequeño grupo que ha experimentado en primera persona la discrecionalidad de la masa y la velocidad en una pista de atletismo. El estadounidense, que durante muchos años ostentó uno de esos récords que parecían inalcanzables, cree sin embargo que todavía es posible dar un poco más, arañar unas milésimas al crono, correr más rápido, hacer que las distancias parezcan más cortas. Pero la clave para hacerlo no está sólo en la elasticidad muscular o la perfección técnica de la zancada. El secreto está en cómo el cerebro aprende e interpreta cada movimiento para después reproducirlo sin fallos y mejorarlo hasta la perfección. Y aquí es donde entra en juego la neurociencia, con el doctor Daniel Chao al mando de las operaciones.

El centro de entrenamiento que dirige Michael Johson para preparar atletas de alto rendimiento utiliza desde hace algún tiempo el Halo Sports: una diadema que estimula la zona de la corteza cerebral donde se registra el movimiento diseñada por Chao. La idea de este dispositivo surgió cuando el neurocientífico trabajaba realizando implantes cerebrales para tratar la epilepsia. “Estábamos orgullosos de lo bien que funcionaba la técnica, pero al mismo tiempo frustrados porque era tan invasiva que a veces se volvía irrealizable” declaró Chao a la revista Forbes. Esa frustración fue la que le llevó a fundar Halo Neuroscience, cuyo primer proyecto es la diadema para deportistas que ya están utilizando varios atletas olímpicos y equipos universitarios con grandes resultados (el rendimiento puede mejorar más de un 10%).
El entrenamiento deportivo se basa en las repeticiones para mejorar la técnica. Estas repeticiones estimulan la zona correspondiente del cortex cerebral para ayudar a nuestro cerebro a automatizar determinadas funciones. Lo que hace Halo Sports es estimular el cerebro y le ayuda a crear nuevos circuitos neuronales para mejorar y potenciar los automatismos. El resultado es un mejor rendimiento.
Hasta ahora Halo Neuroscience sólo ha comercializado su diadema deportiva, pero el objetivo es continuar avanzando para que estos dispositivos ayuden a nuestro cerebro a aprender en otras materias como, por ejemplo, los idiomas. Y tal vez entonces todos podamos entender la teoría de la relatividad general.

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